Suele pasarme el 90% de los días que acompaño a los enanos al cole, por mucho que me fastidie madrugar tanto.
Aunque la leche sea agua coloreada y cuando me paso en el microondas me queme la garganta como un demonio, y aunque me cueste la vida conseguir que Calum y Fraser se despierten y se pongan sus uniformes. Aunque haga un frío que pela todas las mañanas y tenga que desayunar de pie junto al Aga (horno) para coger algo de calor. A pesar de tener que estar de vigilancia continua cuando se lavan los dientes, porque se creen que abriendo el grifo y escupiendo un par de veces ya me creo que están en la labor. Aunque me de cien patadas tener que salir a esas horas que ni las calles están puestas, ni el sol se ha despertado aún.
Pero cuando ayudo a Fraser con sus mini-zapatos, o cuando le abrocho el abrigo nike a Calum, o cuando le pongo el gorrito rojo al enano -con esa cara de bicho que tiene-... No me los comería porque preferiría guardármelos en un bolsillito y llevármelos a todas partes para achucharlos cada 5 minutos. Y, de camino al cole, Calum me da la manita mientras mantienen trascendentales conversaciones sobre cómo asaltar el colegio un domingo y robar todas las joyas que esconde dentro. Típico, un colegio = joyas, ya se sabe. O sobre cuánto van a heredar cuando se mueran sus padres. Son así de gores, sí, yo también me quedé sorprendida al escucharles. Pero Calum me respondió muy tranquilamente "I know it's sad, but, you know, they'll give us all the money!!!". ¡Por dios bendito, eso son valores! Aunque lo dice con una cara tan dulce y angelical que realmente crees que está diciendo la frase más adorable del mundo.
Y luego está la parte que yo llamo "Where The Wild Things Are". Vale, sí, sé que la frase no es mía, pero y qué? La aplicación sí, y es lo que cuenta: cuando dejan de ser adorables, y se convierten en fierecillas indómitas. Cuando se comportan como lo que son: enanos que se divierten revolcándose por la moqueta, peleándose mientras se ríen. Siempre que los veo, me recuerdan a los documentales de la 2 (Y no por lo cultural, disculpad lo innecesario de la aclaración, si no por las míticas imágenes de cachorros de león en plena naturaleza, jugando a morderse y patearse cariñosamente). O cuando se disfrazan (esto lo hacen a menudo, sospecho que tienen un cuarto escondido detrás de una estantería secreta donde guardan infinidad de disfraces, si no no lo entiendo!) y juegan a indios y supermanes con pistolas de última generación y espadas láser (sí, porque los disfraces nunca suelen combinar).
Pero, sobre todo, me encanta la parte en la que gritan. Como en la película, como cuando todos gritan, o aullan, o simplemente dejan salir lo que tienen dentro. Calum, y también Fraser, es Max. Que gritan cuando juegan, o cuando sienten rabia, o cuando no saben cómo decir lo que quieren. Y gritan como gritan los niños, de forma salvaje, sin pulir, todavía sin reprimir. Y eso me encanta. Todavía no han sido enseñados a disfrazar los aspectos más puros... y es que los niños son precisamente eso, puros.
Observo todo eso con una sonrisa en la cara y una voz que me grita (también!) desde dentro, entusiasmada: "¡Chicos! ¡¡Si alguna vez tengo hijos, que sean chicos!!"
Aunque Calum sea such a marshmallow, porque he de decir que tiene una sensibilidad femenina bastante desarrollada (para más inri, Fraser lo llama "the hugger"). Y aunque a veces Fraser sea aaabsolutamente insufrible, y su lado salvaje sea demasiado exagerado (léase episodios como "rabieta in the middle of the street, pegando patadas por doquier por unos malditos maltesers).
Haciendo un balance general de pros y contras, hace tiempo que tengo claras dos cosas:
1-. ADORO INCONDICIONALMENTE A ESTOS NIÑOS.
2-. QUIERO CHICOS, fierecillas indómitas como éstas.
Eh, ¿quién dijo que la experiencia au pair te hace quitarte de la cabeza la idea de ser madre?
P.S.-To be honest, hay algunos pequeños e insignificantes motivos que acrecentan mi amor hacia ellos. Como que Calum me dijera la semana pasada que tenía 2000 pounds en el banco, y que cuando estuviera autorizado iba a sacar todo el dinero y me lo iba a dar para que no me fuera nunca. Y, al llegar, le dijo a su madre que me subiera el sueldo. ¡¡¡Por dios bendito, eso son valores!!!
lunes, 8 de marzo de 2010
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ummm....aflora un encomiable instinto maternal
ResponderEliminarcómo tomarme en serio un comentario dicho por "gatete"??? :D
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